viernes, 6 de agosto de 2010

VOLUNTARIADO

A raíz de la muerte de mi madre, mi primera gran perdida, sentí una imperiosa necesidad de ayudar al prójimo. Esto fue alrededor del año 1964. Me enteré que en CAMI: Consejo Argentino de Mujeres Israelitas se dictaba un curso de voluntariado que duraba 9 meses. Lo hice. Me presenté en el Hospital Israelita para ofrecer mis servicios, fui aceptada. Me designaron a mesa de entradas; esto significaba que debía atender a la gente que venía para ser atendida en los consultorios externos o bien ser internada. Fueron 6 años de experiencias extraordinarias, algunas de ellas muy fuertes, donde realmente me sentí muy útil. Tengo muchas anécdotas, no puedo relatar todas. Un día, cuando ya estaba terminando mi actividad, encontré caminando desorientado a un señor no vidente. Me acerqué a él para prestarle ayuda. Estaba buscando el consultorio externo de oftalmología porque le habían dicho que en este hospital estaban muy avanzados en su problema. Aunque, estabamos fuera de hora, logré que el Dr Brodsky lo atendiera. Lo esperé a la salida, me dijo: " Yo sabía que mi mal no tenía cura, no importa". Estaba solo, ofrecí acompañarlo a tomar un taxi, al despedirse me dijo: " Lo que más lamento es no haber podido ver su cara".

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